Pechugas de pollo en adobo


“Los adobos aparecen con el fin de poder conservar la carne durante más tiempo, algo que en la antigüedad era bastante complicado. Esto influye mucho en la productividad de la carne, al poder conservarse durante más tiempo se puede producir más cantidad.

Las fuentes nos muestran de un modo genérico que en la época lombarda el adobo de la carne de cerdo recibió un fuerte desarrollo. El gran desarrollo de los métodos de adobo y conservación de la carne también fue un punto muy importante en la época de la Edad Media. Tenemos referencias del adobo en diferentes épocas, pero si no podemos decir con exactitud el momento en el que empezó al método de adobar y conservar la carne.

Antiguamente el adobo y el curado de la carne se realizaba en cubas de mármol, pero no se sabe si esta es una tradición celta, romana o lombarda, solo se sabe que es una tradición muy antigua. Antaño el ciclo del adobo era anual y el cerdo se sacrificaba y adobaba en los meses más fríos de invierno, aunque hoy en día se realiza más de un ciclo de un año, aún se concentra la mayor parte de las operaciones en los meses más fríos y húmedos, de septiembre a mayo, con el fin de salvar la manera natural de la técnica productiva.

La matanza del cerdo en España era algo muy normal en los pueblos y las masadas, en ellas parte de la carne que se extraía la utilizaban para realizar carne adobada, para su mejor conservación, sobre todo en invierno.

El fundamento principal de la gastronomía árabe eran los adobos, aunque su especialidad era el pescado con ácidos y hierbas que se conservaba en tinajas de barro. En la gastronomía judía destacan las fritadas, que solían ir acompañadas de un buen plato de adobo o atún en aderezo. En África, a menudo se ven brochetas de carne picante en los tenderetes callejeros. El adobo también va muy bien para el pollo, y sobre todo para cocinar la carne a la parrilla.” - La Historia del Adobo, por www.sabor-artesano.com

Ingredientes:
  1. Una pechuga de pollo pequeña por persona. Si es grande con media bastará.
  2. Una mazorca de maíz dulce por persona.
  3. Lechugas variadas y cebolla.
  4. Pimentón picante.
  5. Cúrcuma.
  6. Curry.
  7. Pimienta negra.
  8. Sal.
  9. Aceite de oliva virgen extra.
  10. Mantequilla.
Elaboración:

Lo primero que tenemos que hacer es encender el horno a 180º para que esté caliente cuándo tengamos que meter las pechugas. Lo siguiente será coger un bol y pondremos en él: aceite de oliva virgen extra, un buen chorro; una cucharada generosa de pimentón picante; otra de cúrcuma; una de curry, una de pimienta negra y sal. Lo mezclaremos todo bien con ayuda de un tenedor o una varilla.

Cuando tengamos lista la mezcla, frotaremos bien nuestras pechugas con el adobo. Lo ideal sería dejarlas adobando al menos unas horas, y una noche sería aun mejor. Si disponemos de ese tiempo, mucho mejor, sino, no pasa nada. Pondremos las pechugas en una fuente de horno.

Prepararemos también las mazorcas, las frotaremos con un poco de aceite virgen extra y un poquito de mantequilla, sal y las reservaremos, para hacer en una sartén.

Meteremos las pechugas al horno, durante al menos 40 minutos e iremos dándoles vueltas. El tiempo dependerá del tamaño de las pechugas, hay que tener en cuenta que el pollo ha de estar bien cocinado. Soltarán su jugo y se mezclará con el sabor del adobo, exquisito. Cuándo vayamos viendo que a las pechugas les queda poco, nos pondremos manos a la obra con las mazorcas, que pondremos en una sartén a fuego medio fuerte, para que se doren cómo se ve en la imagen.

Prepararemos una pequeña ensalada y haremos un plato combinado exquisito. Dispondremos en un plato de tamaño grande las pechugas, una mazorca y la ensaladita.

On egin!!

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